El otro día escuché algo curioso. Cuando a los elefantes se les intenta domesticar desde pequeños se les ata bien fuerte con una cuerda a un palo, para que no se escapen. Al principio, como es normal, y como haría cualquier ser ante tal cruel y frustrante situación, el elefante intenta tirar con todas sus fuerzas para poder escaparse. Lo intenta un día, y nada. Lo sigue intentado al día siguiente y nada. Lo vuelve a intentar una y otra vez hasta que un día se queda sin fuerzas, pierde la esperanza y deja de intentarlo.
Pasan los años, el elefante crece, y ese palo del que podría ahora escaparse con facilidad sigue ahí. Y el elefante sigue atado a él inconsciente de que ahora es lo suficientemente fuerte para ser libre. ¿Pero por qué no lo hace? ¿Por qué no intenta tirar con fuerzas y alcanzar esa tan ansiada libertad por la que luchaba hace tiempo?
Cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Yo sacaré las mías, pero desde un punto educativo y empresarial. Creo que hay veces que los humanos nos acomodamos, nos asentamos, vaya, nos acostumbramos. Y se nos olvida lo importante que es tener una mente abierta, innovar y no tener miedo al fracaso, incluso cuando ya se ha intentado una vez y algo ha fallado. ¡Que no sea por no intentarlo! Quizá en ese momento no estabas preparado pero ahora ya sí…
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